2005-01-11
El ordenador y .... mi amor virtual.
Tecleamos... escribimos...
no hablamos, nos teclean, leemos
y aunque no escuchamos,
vivimos pendientes de una lista de nombres...
Escribimos poemas, sin saber quién los lee,
recibimos respuestas sin saber quién las manda...
Puede ser mano ruda, puede ser suave y blanda;
mas, ¿qué importa la mano? ¡Importa quien la provee!
Pero sucede a veces, que brota una emoción...
Una carta nos "canta" sus noches pasionarias...
Otra carta nos "llora" sus noches solitarias...
Y otra carta provoca que nazca una ilusión...
¿Es acaso esta forma, nueva forma de amar?...
Amar a quien no veo, ¿no es acaso espejismo?
¿No es soñarte despierto, acaso paroxismo?
¿No es acaso demencia, dolerme tu dolor?
Es para mí tan nuevo este amor, que es extraño...
¡No sabía que existiera! ¡Nunca lo había sentido!
Pero tú y yo exploramos mundos desconocidos...
Y fue así que aprendimos, que en amor no hay formato.
Pensé que era demencia, pensé que era locura...
Pensé que era imposible amar sin ver tu cara.
Pensé que era utopía sentir que yo te amara
y percibir tus besos, tu aliento y tu ternura.
Y es mi ordenador quien me tiene a ti atado.
Y sólo de leerte me mantengo en suspenso,
porque aunque no me hables te tengo en mi silencio
y en silencio te amo, como jamás había amado...
¿Alguien se siente identificado?
¿Alguien ha pasado alguna vez por esto?
¿Realmente puede sentirse?
Dejad, si queréis, vuestra opinión al respecto.
Saludos.
Jota.
2005-01-10
Un bello poema.
Ignoro el nombre del autor de este poema.
Pero me impresionó.
Vergel de luz, me duele separarme
de mi huella de ayer que hoy no te pisa,
de mi huella de ayer que hoy hallo prisa,
de lo que es mío y ya no puedes darme.
De mi sombra de ayer, horas primeras,
columpio de mis sueños y pesares,
tobogán de unas horas singulares,
mi primer precipicio de escaleras.
Ahora sentir la brisa mis afanes,
la leve brisa que el dolor detiene,
y va y viene el dolor y así va y viene
más sin columpios, más sin toboganes.
Quiero sentir la brisa de la tarde,
el vuelo de la brisa que me besa,
-más no la brisa de un aire que no cesa-
(si olvidara este anhelo yo un cobarde).
De aquel parque infantil -tiempo inocente-
sus colores y luces los recuerdo,
(jugando al escondite aún hoy me pierdo
entre los laberintos de la gente).
No juegue al escondite más mi historia,
sea grano de mi verdad porque germine,
sentido aquel de Dios por el que vine
a este infierno, a este limbo, o a esta gloria.
Espero que haya sido de vuestro agrado y, en cierta manera, sirva para reflexionar.
Saludos.
Jota.
2005-01-07
¡Ay, cómo queda tu voz!
¡Ay, cómo queda tu voz
vibrando entre los silencios
toda vestida de ausencia!
Grabada entre los recuerdos
tu voz quedaba vibrando:
"Conmigo no tengas miedo."
Se deshacía la tarde
pintando de verde el cielo.
Hablaban ya las estrellas
su lenguaje de silencios.
El aire no lo sabía
y casi murió al saberlo,
porque el aire nunca pudo
tener amor duradero.
En infinitos instantes
se cristalizaba el tiempo,
se deshacía la tarde
pintando de verde el cielo.
Neftalí Beltrán
Con cariño para los amigos que me siguen desde México.
Saludos y mis mejores deseos para todos.
Jota.
2005-01-06
Cuento de Reyes
Hoy, día de la festividad de Reyes, ¿qué mejor que un bello cuento?.
Había una vez hace muchos, muchos años, un reino muy bonito donde la gente era muy feliz.
Los Reyes vivían en un castillo de piedra muy grande que estaba junto a un bosque de olmos y a un lago de tranquilas aguas azules dónde se podía pescar y pasear en barca. Al oeste había una gran montaña.
La hija de los Reyes se llamaba Teresa y era la Princesa de este cuento.
La Princesa Teresa salía todos los días a dar un paseo por los alrededores del castillo. Un día conoció a un picapedrero llamado Pedro que trabajaba en la cantera que estaba en la falda de la montaña.
Teresa y Pedro se enamoraron, se prometieron amor eterno y decidieron casarse.
Pero cuando el Rey se enteró que su hija quería con Pedro se enfadó muchísimo y le dijo a la Princesa:
- ¡Mi hija no puede casarse con un simple picapedrero! Una princesa como tú debería casarse con alguien muy poderoso, ¡con la persona más poderosa de la Tierra!.
Entonces el rey mandó llamar a todos los sabios de su reino y les pidió que estudiaran quién era el más poderoso del Mundo. Los sabios se encerraron en una habitación del castillo durante siete días y siete noches y pensaron y pensaron hasta que descubrieron quién era la persona más poderosa del Universo.
- Majestad, le dijo el sabio más anciano al Rey, el Consejo de sabios se ha reunido durante siete días y siete noches y ha llegado a la conclusión que el más poderoso del Universo es el Sol, porque con sus rayos nos da luz y calienta toda la tierra para que podamos vivir.
Dijo el rey:
- Tenéis razón parece que el Sol es el ser más poderoso.
Y ordenó con voz potente:
- ¡Que venga el Sol!
Mandaron llamar al Sol y el rey le dijo:
- Sol, te he mandado llamar porque me han dicho que tú eres la persona más poderosa de la Tierra y quiero que te cases con mi hija la Princesa Teresa.
Entonces el Sol contestó:
- Majestad muchas gracias por tu ofrecimiento, sería para mí un honor casarme con tu hija, pero hay alguien que es más poderoso que yo.
Y dijo el Rey:
- ¿Quién es más poderoso que el Sol?
- La Nube, contestó el Sol, porque cuando se pone delante no deja pasar mis rayos.
Entonces dijo el Rey:
- ¡Que venga la Nube!
Cuando llegó la Nube el Rey le dijo:
- Nube, te he mandado llamar porque me han dicho que tú eres la persona más poderosa de la Tierra y quiero que te cases con mi hija la Princesa Teresa.
Y la Nube le contestó:
- Majestad muchas gracias por tu ofrecimiento, sería para mí un honor casarme con la Princesa, pero hay alguien que es más poderoso que yo.
Y dijo el Rey:
- ¿Quién es más poderoso que la Nube?
- El Viento, contestó la Nube, porque cuando se pone a soplar me mueve con facilidad de un sitio para otro.
Entonces dijo el Rey:
- ¡Que venga el Viento!
Cuando llegó el Viento el Rey le dijo:
- Viento, te he mandado llamar porque me han dicho que tú eres la persona más poderosa de la Tierra y quiero que te cases con mi hija la Princesa Teresa.
Y el Viento le contestó:
- Majestad muchas gracias por tu ofrecimiento, sería para mí un honor casarme con tu hija, pero hay alguien que es más poderoso que yo.
Y dijo el Rey:
- ¿Quién es más poderoso que el Viento?
- La Montaña, contestó el Viento, porque aunque sople con todas mis fuerzas no puedo mover ni un centímetro a la poderosa Montaña.
Entonces dijo el Rey:
- ¡Que venga la Montaña!
Pero la Montaña no podía moverse, así que el Rey tuvo que ir a la Montaña. Y le dijo el Rey:
- Montaña, he venido hasta aquí porque me han dicho que tú eres la persona más poderosa de la Tierra y quiero que te cases con mi hija la Princesa Teresa.
Y la Montaña le contestó:
- Majestad muchas gracias por tu ofrecimiento, sería para mí un honor casarme con tu hija pero hay alguien que es más poderoso que yo.
Y dijo el Rey:
- ¿Quién puede ser más poderoso que la Montaña?
- ¡El picapedrero!, contestó la Montaña, porque todos los días me arranca un trocito de mi cuerpo para hacer piedras.
Entonces el Rey comprendió que todas las personas, aunque parezcan seres insignificantes, son importantes y permitió a su hija que se casara con el picapedrero Pedro.
Y fueron felices y comieron perdices. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Espero que haya sido de vuestro agrado.
Un saludo para todos y......... feliz día de Reyes.
Jota.
2005-01-03
El cuarto Mago de Oriente
Podemos imaginarnos a Artabán (que así se llamaría el cuarto Rey) en el vigor sereno de la treintena, aplacados ya los ímpetus juveniles, cuando descubre, entre el alfabeto vertiginoso de la noche, la estrella que anuncia al Mesías. Artabán es cetrino de piel, de rasgos ávidos y ojos muy oscuros, calcinados en el escrutinio celeste. Sobrevive en las soledades del monte Usiíta, donde se dedica a desentrañar los oráculos de Zoroastro que pregonaban el advenimiento de un Socorredor que “hará la existencia radiante, sin envejecimiento, inmortal, incorruptible, inmarcesible, eternamente próspera” (Himno Zamyad Yasht 19,89-93). Artabán ya se dispone a seguir el itinerario de la estrella cuando, hasta la falda del monte Ushita, llegan emisarios de Melchor, Gaspar y Baltasar, sus amigos babilonios, citándolo en Borsippa, la ciudad sagrada del dios Nabu, en cuyo honor los antiguos habían erigido un zigurat de siete pisos, demolido por la insania de los medos. Antes de partir a Borsippa, Artabán elige cuidadosamente las ofrendas que depositará a los pies del Socorredor: un diamante de la isla de Méroe, que repele los golpes del hierro y neutraliza los venenos; un pedazo de jaspe de Chipre, amuleto que infunde el don de la oratoria; y un rubí de las Sirtes, cuyo fulgor disipa las tinieblas del espíritu. Artabán espolea su caballo, sin dejarlo abrevar en las afiladas aguas del Éufrates, y cabalga sin descanso hasta que, a las afueras de Borsippa, se tropieza con un hombre agonizante y desnudo. Se trata de un comerciante que ha sido desvalijado por unos ladrones y después vapuleado hasta la extenuación. Artabán lava con vino sus heridas y entablilla sus huesos tronzados. Cuando, horas más tarde, el viajero recupere la consciencia y confiese que los ladrones lo han desposeído de todos sus caudales, Artabán se apiadará de él y le regalará el diamante de Méroe que reservaba para el Socorredor.
Cuando llega a Barsippa, la noche ya desciende como un inmenso párpado acribillado de luciérnagas. Artabán sortea la sombra enhiesta de los obeliscos, el ruinoso desorden de los templos sin culto, y rodea las paredes del decrépito zigurat en cuyo interior podría haber anidado el Minotauro. En un zaguán descubre un pergamino con una inscripción todavía reciente: “Te hemos esperado en vano. No podemos dilatar más nuestro viaje. Síguenos a través del desierto. Que la estrella te guíe”. Azuza su caballo, que responde con un resoplido de agonía: los espumarajos asomaban a sus belfos, y en su mirada se avecina la muerte. Artabán acaricia los ijares todavía humeantes de su montura y prosigue el camino a pie. El desierto, más infinito e intrincado que cualquier zigurat, acoge sus pasos y lo increpa con tormentas de arena que apuñalan su rostro y su fortaleza. Aunque las huellas de la comitiva de Melchor, Gaspar y Baltasar se han borrado, no extravía su rumbo, gracias al resplandor insomne de la estrella. Cuando, andrajoso y famélico, llega a Belén de Judá, Artabán no encuentra señal alguna de los magos que le han precedido. En su lugar, se topa con la crueldad desatada de Herodes, que ha ordenado el exterminio de los varones recién nacidos, para combatir los augurios que lo asedian. Con innumerable espanto, Artabán contempla el exterminio de los inocentes, y se abalanza sobre un soldado que se dispone a saciar la sed de su espada en la sangre de un niño que aún no ha aprendido a llorar. A cambio del rubí que reservaba para el Socorredor, logra aplazar la furia del soldado, pero un capitán de Herodes lo sorprende en plena transacción, y ordena que lo encierren en las mazmorras del palacio de Jerusalén, donde Artabán padecerá una condena interminable de más de treinta años, millonaria de padecimientos que van apolillando su organismo y también su cordura. En medio de las tinieblas de su encierro, aún acertará a escuchar rumores sobre un Galileo que sana a los enfermos y alivia los corazones atribulados. Confusamente, intuye que ese Galileo debe ser el Socorredor que un día remoto quiso honrar con sus regalos.
Artabán, agotando las últimas reservas de lucidez, escribe al procurador Poncio Pilatos, suplicando la redención de sus culpas. Cuando por fin le es otorgado el perdón, Artabán fatiga las tumultuosas calles de Jerusalén tambaleándose como un resucitado, con los ojos nublados de sol y los labios huérfanos de saliva. Una riada de gentes se dirige al Gólgota, para presenciar la crucifixión de un profeta que ha osado blasfemar contra Dios, según el veredicto del Sanedrín. Artabán se deja arrastrar por la multitud, pero se detiene a recuperar el resuello en una plaza protegida de la inclemencia solar donde se está subastando como esclava a una doncella de cabellos de fuego, esbelta como el agua subterránea. Artabán, hondamente conmovido, escarba entre sus andrajos y se decide a comprar la libertad de la muchacha con el pedazo de jaspe que ha custodiado, durante más de treinta años, con la exigua esperanza de podérselo entregar algún día a ese escurridizo Socorredor responsable de su infortunio. La muchacha besa sus arrugas y sus labios ardidos de decrepitud, en señal de agradecimiento, cuando, de repente, la tierra tiembla y el velo del templo se rasga y los sepulcros se abren y una piedra golpea en su caída a Artabán, que entre las telarañas de la inconsciencia aún acierta a vislumbrar la figura de un hombre que aproximadamente tiene la misma edad que él tenía cuando, para su desgracia, abandonó las laderas del monte Ushita. Artabán contempla las facciones pacíficas de aquel hombre, su mirada sufriente y sin embargo impávida, y escucha su voz descendiendo como un bálsamo: “Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”. Artabán parpadea, perplejo o desmemoriado: “¿Cuándo hice yo esas cosas?”, pregunta, a punto de desfallecer, mientras se mira las manos vacías de rubíes y diamantes y pedazos de jaspe, como una cosecha esquilmada. La muerte ya le borra la respiración cuando el hombre de voz como un bálsamo le susurra: “Cuanto hiciste por hermanos, lo has hecho por mi”.
Y Artabán, el cuarto mago de Oriente, se fundió con las estrellas en cuyo escrutinio había calcinado la juventud.
Con mis mejores deseos para todos en este año que comienza.
Saludos.
Jota.
2004-10-16
No desistas
Cuando vayan mal las cosas
como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino
sólo cuestas que subir ,
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar,
y precises sonreír
aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes
pero nunca desistir.
Tras las sombras de la duda,
ya plateadas ya sombrías,
puede bien surgir el triunfo,
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia
figurarse cuán cercano,
puede estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano,
lucha, pues por más que en la
brega tengas que sufrir,
¡Cuando todo esté peor,
más debemos insistir!
Hoy quise acordarme de Rudyard Kipling.
Será cosa de la edad.
Saludos.
Jota.
2004-10-15
Poema al Amor
Sí eres un bien arrebatado del cielo
¡Por qué las dudas, el gemido, el llanto,
la desconfianza, el torcedor quebranto,
las turbias noches de febril desvelo?
Si eres un mal en el terrestre suelo
¿Por qué los goces, las sonrisas, el canto,
las esperanzas, el glorioso encanto,
las visiones de paz y de consuelo?
Si eres nieve ¿por qué tus vivas llamas?
Si eres llama ¿por qué tu hielo inerte?
Si eres sombra ¿por qué la luz derramas?
¿Por qué la sombra, si eres luz querida?
Si eres vida ¿por qué me dás la muerte?
Si eres muerte ¿por qué dás la vida?
Pues eso....,
que mucho amor.
Saludos a todos.
Jota.
2004-10-11
El Abanico
Llegados los fríos que despiden este largo y cálido verano, encuentro un soneto de Salvador Rueda dedicado al abanico. ¡Qué mejor homenaje, pues, a quien nos ha acompañado tiempo atrás!.
El soneto, dice así:
Formando sapientísimo engranaje,
catorce versos son una poesía;
y formando tu leve celosía,
catorce espadas son tu varillaje.
Del soneto en el rítmico lenguaje
prisionera te dejo el alma mía,
como dejó el pintor su fantasía
en tu vitela de ideal encaje.
Del soneto las líneas primorosas,
como catorce rayas luminosas
van a una idea a sucumbir clavadas.
Y de manera igual, bello abanico,
de tus varillas el manojo rico
clava en mi pecho sus catorce espadas.
Como siempre..........
Con mis mejores deseos para todos.
Jota.
2004-10-10
El grano de Café
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.
Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre el fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.
En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la ultima colocó granos de café. Las dejó hervir. Sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente sacó el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo:
- Querida ¿qué ves?.
- Zanahorias, huevos y café. - fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias, ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.
Luego le pidió que probara el café; ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó:
- ¿Que significa esto padre?.
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo . . . sólo que habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua dura y fuerte; pero después de pasar por el agua hirviendo se había puesto débil, fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.
Los granos de café, sin embargo eran únicos: después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.
- ¿Cuál eres tu hija? Cuando la adversidad llama a tu puerta ¿cómo respondes? le preguntó a su hija.
¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo que comienza con un corazón maleable, un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación o un despido te has vuelto duro y rígido?. Por fuera te ves igual pero ¿eres amargada y áspera, con un espíritu y un corazón endurecido?.
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviendo, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.
¡Ojalá logres ser como el grano de café, que cuando las cosas se pongan mal, tu puedas reaccionar en forma positiva, sin dejarte vencer y hagas que las cosas a tu alrededor mejoren!
Que ante la adversidad exista siempre una luz que ilumine tu camino y el de la gente que te rodea. Que puedas esparcir con tu fuerza, optimismo y alegría el "dulce aroma del café".
La Felicidad no esta en los años, meses, semanas, ni siquiera en los días....
Sólo se puede encontrar en los momentos.
Un saludo para todos.
Jota.
2004-07-10
A tí, mujer
Buscando navegar estuve,
por el mar entre los sargazos,
más mi alma no tenía prisa,
sólo ansias de tener tus brazos,
mis dedos taciturnos,
no dejaban en mi un solo descanso,
porque agolpados en tus pechos
buscaban ese ansiado regazo,
mirando pasar la brisa,
vi tus cabellos danzar despacio,
armonizando y sin prisa
la belleza de tus cantos,
cual poesía exquisita,
cual melodía infinita,
podía escuchar tu canto,
cómo de sirena dormida
en la corriente de mis brazos,
así te miré ayer,
así te he esperado tanto,
cómo Romeo espero a Julieta,
que retornara de su encanto,
el amor es infinito,
como infinito es el manto,
que ha de cubrir nuestro amor,
que ha esperado tanto,
esperar por el mañana,
esperar por ese abrazo,
esperar por ese amor que nos ha traído lazos,
lazos de la vida misma y con él,
lo que anhelamos ambos,
fundirnos en un gran beso,
que entre nuestros cuerpos no quede espacio,
por donde pueda pasar la brisa,
por donde el agua, llevar tus barcos,
barcos que quemaremos,
porque ya no retornaremos, del puerto donde zarpamos.
Tal y como me la envían la envío.
Saludos y buen finde.
Jota